Buenas!! Soy Celia del B13 y voy a dar comienzo a nuestro blog de Filosofía coordinado por Irene, Noelia y yo. Empezaré publicando un relato que teníamos que hacer usando palabras inventadas como hizo Pitágoras a la hora de inventar la palabra Filo-Sofía (deseo de saber). Esto a alguien que no sea de nuestra clase le parecerá que le hablan en chino, pero para aquellos que sí que sabemos su significado, estas palabras han pasado a formar parte de nuestra jerga cotidiana. Bien, ahí va mi relato:
[Está basado en el mundo de Harry Potter, así que para aquellos que no hayan visto las pelis o leído los libros, aviso que les resultará más difícil de entender]
Un
nuevo amor…
Después del finicus de Hermione y Krum*, ella ya no
se sentía en sinecrono como antes: ya no tenía que preocuparse por que el
mipasú de Krum estuviera interrumpiéndola con sus maullidos cada dos por tres
siempre que ella intentaba estudiar. Se volvía a sentir libre como antes, lo
que le había ayudado a ver que, en realidad, no chanaba a Krum, más bien era un
capricho.
A quien verdaderamente chanaba ella, era a Ron;
aquel barsuco, pero a la vez eutanisio, aquel llazarí, pero susue y a ratos
caea que a veces era tan insoportable como una escalotizosis, aquel a quien al
principio consideraba una persona mirranesa y quizá un poco cojonoscible,
aquella persona que podía llegar a resultar tan peligrosa como un pajama y tan
desesperante como una cobertortura, aquella clase de persona a la que no
dudarías en hacerle un zaireshion*; pero en el fondo, aquella persona tan dulce
y musanda como un batido de chocolate, aquella persona que había estado con
ella desde su llegada a Hogwarts*. Aquella persona era Ron, su verdadero amor.
Habiendo llegado a esta conclusión nada más despertarse, Hermione decidió que al
final del día le habría declarado su amor. Pero estaban en épocas de exámenes y
no era tiempo de pensar en esas cosas.
A causa de su keridea se había dejado su
recuerdapuntes en la sala común, pero, aun así, recordaba que les habían pedido
buscar información sobre el wachinali, que por suerte era un baile que conocía debido
a que era una maravillosa musíntropa; así que no tuvo problemas. Cogió sus no
tan nuevas soleasfugites y bajó a desayunar con los demás*. Por el camino pensó
que quizá debería comprarse uno de esos corchatos, donde podría apuntar todo y
siempre los llevaría consigo, pero inmediatamente abrió el éndoter de su mente
y desechó aquella idea, no dejaban de ser unos zapatos horribles. Pensó que
quizá no le vendría mal tener un loosetimes de esos que todo el mundo tiene en
el mundo de los muggles y llegó a la conclusión de que lo hablaría con sus
padres a final de curso, cuando los volviera a ver.
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